El monitor encendido, la música sonando, mis manos sobre el teclado; la mente divagante…

El objetivo quedó claro, aunque sea una vez al año he de obligarme a plasmar en palabras aquello que atraviesa mi mente y publicarlo en este sitio olvidado pero constante. Un simple recordatorio con recurrencia anual me avisa con pocos días de anticipación que el aniversario del blog se acerca y con ello el tener que frenar en seco aquel tren de actividades, las ocupaciones y tareas acumuladas, para darme este momento.

    Lo cierto es que siempre llega de sorpresa y nunca sé qué pensar, en qué debo enfocarme o cuál sería un tema ideal para exponer. En ocasiones me tomo el tiempo para leer mis entradas anteriores, como para darme cuenta de todo aquello que he cambiado o que sigo siendo. En otras (como hoy) sólo me siento a liberar palabras de la mente y dejar que fluya el texto sin un propósito específico o claro. Lo que sí, es que no importa qué método utilice, al final es un ejercicio que me lleva a la reflexión y autocrítica (en el buen sentido).

    En otras palabras, digamos que esta fecha es tan significativa como una víspera de año nuevo lo sería para cualquier otra persona, en los bemoles y tonos únicos de cada uno, que en mi caso involucra  poner en perspectiva lo que he logrado o dejado de lograr, hacer presentes los hitos alcanzados dentro de ese plan tan borroso que quiero pensar más o menos tengo dibujado, reconocer esas áreas de oportunidad en mi persona, en mi forma de navegar en la vida, en la lógica que uso para tomar decisiones y en las acciones que se están volviendo en rutina; y entonces determinar dentro de ese extenso universo, cuáles serán aquellos pequeños puntos que quiero aspirar a cambiar.

Y así vendrá el otro año, para evaluar si logré esos cambios, o si el costo era tan alto que no estuve dispuesto a pagarlo (por ahora). Una y otra vez.

R01 out…